¿Qué es el Dharma?

El Dharma es la ley moral y cósmica.

Dharma es una palabra sánscrita que suele traducirse como «deber«, «justicia«, «ley» y «moralidad«, pero su significado es más amplio y profundo. El Dharma representa el orden moral y ético del universo, las leyes que rigen tanto el cosmos como la conducta humana. Es un principio esencial que impulsa a los individuos hacia la rectitud y el deber moral.

En este artículo vamos a explorar detalladamente el concepto de Dharma dentro del hinduismo y por qué es tan importante.

La idea del Dharma tiene raíces en las antiguas escrituras védicas, siendo uno de los temas recurrentes en los textos sagrados hindúes como el Rigveda, los Upanishads, el Mahabharata y el Bhagavad Gita. Estos textos enseñan que vivir de acuerdo con el Dharma ayuda a mantener el equilibrio cósmico y social.

El Corazón del Dharma

La ética genuina surge de la compresión de la realidad, de la sabiduría, de ser capaces de ver las cosas como son. El secreto para vivir siguiendo el Dharma es conocer la interdependencia de todos los seres, que todos estamos conectados unos con otros, en lugar de percibirnos como individuos separados. La interdependencia contiene un gran número de enseñanzas, de ahí su importancia:

  • Unidad en la diversidad: Aunque existe una inmensa diversidad en el mundo, la interdependencia de los seres nos enseña que todos formamos parte de una gran e intrincada red de vida. Cada individuo, por insignificante que parezca, desempeña un papel en el mantenimiento y la armonía de un sistema más amplio.
  • Compasión y empatía: Tomar conciencia de que nuestras acciones repercuten en los demás fomenta el sentido de la compasión. Comprender la interdependencia nos empuja a tratar a otros seres, humanos o no, con amabilidad y empatía.
  • Responsabilidad medioambiental: Darnos cuenta de la interdependencia de los ecosistemas pone de relieve la importancia de la responsabilidad medioambiental. Destruir una parte de un ecosistema puede tener efectos en cascada sobre muchas otras partes. Esto nos enseña a actuar con cautela y a considerar las implicaciones más amplias de nuestras acciones sobre el medio ambiente.
  • Causa y efecto: Toda acción tiene consecuencias, algunas inmediatas y otras lejanas. La interdependencia nos hace conscientes del efecto dominó de nuestras elecciones, inspirándonos a tomar decisiones desde la reflexión profunda.
  • Humildad: Comprender que sólo somos una pequeña parte de algo mucho mayos, ayuda a cultivar la humildad. Nos recuerda que, aunque desempeñamos un papel en la vida, el universo es vasto y complejo, más allá de nuestra plena comprensión.
  • Valor de la colaboración: En un mundo interdependiente, la colaboración no sólo es beneficiosa, sino fundamental. Nos enseña que los esfuerzos combinados de varios individuos pueden producir resultados muy superiores a los de cualquier individuo que actúe por sí solo.
  • Pensamiento holístico: En lugar de considerar los problemas o retos de forma aislada, la comprensión de la interdependencia fomenta un enfoque más holístico. Nos empuja a considerar múltiples perspectivas y factores a la hora de abordar los problemas.
  • Apreciación de la vida: Observar la belleza y la complejidad de las formas de vida interconectadas puede aumentar nuestro aprecio por la vida y fomentar un sentimiento de asombro y gratitud.
  • Responsabilidad moral: Reconocer la interconexión de todos los seres conlleva la responsabilidad moral de actuar en beneficio de la comunidad en general, ya sea local, global o universal.

El Dharma como Propósito Vital

En el pensamiento hindú, la vida humana se describe como un viaje complejo, cargado de aspiraciones, deberes y propósitos. Estas dimensiones de la vida son encapsuladas por los cuatro ‘Purusharthas‘: Dharma (deber moral o rectitud), Artha (prosperidad o logro material), Kama (deseo o placer) y Moksha (liberación o realización espiritual). De estos, Dharma es considerado como el más fundamental, actuando como el cimiento sobre el cual se estructuran los demás Purushartas. Vamos a ver como se relaciona Dharma con los otros tres objetivos.

Dharma

La palabra ‘Dharma‘ proviene de la raíz sánscrita ‘Dhri‘, que significa ‘sostener‘ o ‘mantener‘. Dharma, es lo que sostiene la sociedad, la moral y la orden en el mundo. No se trata simplemente de un conjunto de reglas, sino de un principio guía sobre cómo uno debe actuar en diferentes circunstancias para mantener el equilibrio y la armonía en la sociedad y en uno mismo.

La importancia del Dharma como Purusharta radica en su naturaleza reguladora. Sin una base moral y ética, los otros objetivos de la vida, como la búsqueda de placer o riqueza, pueden volverse destructivos. El Dharma actúa como una guía, asegurando que las acciones se realicen de manera justa, equitativa y en armonía.

Dharma y Artha

Artha, la riqueza y el logro material, es esencial para la supervivencia y el bienestar en la sociedad. Pero la búsqueda de Artha sin la guía del Dharma puede conducir a la codicia, la explotación y el desequilibrio social. Es el Dharma el que proporciona un marco dentro del cual la acumulación de riqueza puede ocurrir de manera ética. Nos enseña a ganar y gastar de manera justa, sin causar daño a otros y sin sacrificar valores morales en el proceso.

Dharma y Kama

Kama son los placeres sensuales y deseos humanos, desde los placeres físicos hasta las emociones y la estética. Aunque Kama es una parte natural y esencial de la experiencia humana, sin una orientación adecuada, puede conducir a excesos y adicciones. Aquí es donde entra el Dharma, proporcionando una guía que ayuda a las personas a disfrutar de los placeres de la vida de manera equilibrada y saludable, sin caer en la indulgencia ciega.

Dharma y Moksha

Moksha, la libertad y realización espiritual, es el objetivo supremo en la filosofía hindú. Es una trascendencia del ego y el reconocimiento de la unidad con el divino. Para alcanzar el Moksha, uno debe seguir el Dharma, pues actuar con rectitud y ética purifica la mente y el alma, preparándolos para la liberación.

Svadharma: Descubriendo nuestro propio camino

«Sva» significa «propio» o «uno mismo» en sánscrito, por lo que Svadharma puede traducirse literalmente como «el propio dharma«. Es la obligación o deber moral y ético que uno debe seguir en la vida, que está en consonancia con su naturaleza inherente, talentos, habilidades y propósito. Este concepto subraya la importancia de seguir el camino o el deber individual en la vida, aunque difiera de las expectativas o normas de la sociedad en general. Es un reconocimiento de que cada persona tiene una naturaleza única, y esta naturaleza intrínseca determina su deber específico o dharma.

Descubrir nuestro Svadharma no es tarea fácil. Requiere introspección, autoexamen y, a menudo, la valentía para cuestionar y dejar atrás las expectativas sociales y familiares. Es un viaje hacia el interior, donde se encuentra la verdad de quiénes somos y cuál es nuestro propósito. Aunque el mundo exterior puede ofrecer guías y señales, el verdadero mapa se encuentra dentro de cada uno de nosotros. Las normas sociales, las presiones familiares y las aspiraciones personales pueden a veces enturbiar la claridad necesaria para discernir nuestro propio Dharma. Además, el Svadharma puede evolucionar con el tiempo, cambiando a medida que uno madura y se encuentra con diferentes etapas de la vida.

Hay una ironía liberadora en el Svadharma. Aunque nos habla de un deber o un camino predestinado, en realidad nos ofrece una profunda libertad. Cuando vivimos alineados con nuestra esencia, las acciones fluyen con naturalidad, las decisiones se toman con claridad y la vida se siente menos como una lucha y más como una danza. No es que desaparezcan los desafíos, pero enfrentarlos desde la autenticidad nos da una fortaleza especial.

El Dharma personal se manifiesta de diversas formas, en función de las inclinaciones, capacidades y etapas de la vida de cada individuo. Vamos a dar algunos ejemplos de Svadharma para que quede un poco más claro el concepto:

  • Alguien que posee la habilidad natural y la inclinación para impartir conocimiento y sabiduría podría tener el Svadharma de un maestro. Independientemente de las presiones sociales para seguir carreras más lucrativas, esta persona encontraría la verdadera satisfacción y alineación en la enseñanza.
  • Piensa en una persona creativo con un talento innato para la pintura, la música o la escritura . A pesar de vivir en una comunidad donde el arte no es muy valorado, su Svadharma podría ser dedicar su vida al arte y expresar su visión, incluso si eso significa enfrentarse a desafíos sociales.

Los Principios Éticos del Dharma

El Dharma no puede entenderse como una serie de principios morales rígidos que deben ser seguidos mecánicamente, todo lo contrario. El Dharma nace de la comprensión de uno mismo y del mundo que nos rodea. Requiere tomar conciencia de la conexión de todos los seres vivos y de como las acciones que llevamos a cabo o no, tienen consecuencias. Aunque la idea del Dharma puede variar de una tradición a otra, en su corazón residen una serie de principios fundamentales

Estos principios, como ya hemos dicho, no son normas estrictas, más bien pueden interpretarse como un mapa o guía que sirve para reflexionar sobre la manera en la que actuamos y nuestro deber con los demás y que ayuda a vivir de una manera más consciente y significativa.

Vamos a describir detalladamente cada uno de los principios que consideramos esenciales y cuál es su significado.

Ahimsa (No Violencia)

Ahimsa, la no violencia, es un pilar fundamental en el el hinduismo, el jainismo y el budismo. Más allá del daño obvio de la violencia física, es la toma de conciencia del daño que puede resultar de nuestra conducta y nuestras palabras. No hace falta ser un gran observador para darse cuenta de que la mayoría de las personas van por la vida actuando de manera mecánica e inconsciente, sin tener en cuenta la repercusión que pueden tener en los demás.

Exploremos brevemente las distintas dimensiones de Ahimsa:

  • Mental: Es común experimentar pensamientos de ira, envidia, celos o resentimiento. Sin embargo, ceder a estos pensamientos y alimentarlos equivale a violar el principio de Ahimsa. Incluso si estos pensamientos no se traducen en acciones, tienen el potencial de envenenar la mente y crear conflictos internos.
  • Verbal: Las palabras tienen poder. Pueden consolar, inspirar y sanar, pero también pueden herir, despreciar y destruir. La práctica de Ahimsa en el plano verbal implica una profunda conciencia de cómo se usan las palabras. Criticar, chismorrear, mentir o hablar con ira son ejemplos de cómo el lenguaje puede usarse de manera violenta
  • Físico: Además de evitar actos de violencia, en el plano físico, también implica ser consciente de nuestras acciones diarias, como la dieta. Es por esto que muchos hindúes eligen ser vegetarianos, como una extensión de la práctica de no dañar a otros seres.

La verdadera práctica de Ahimsa exige un profundo autoexamen. Requiere que uno reconozca y controle las tendencias violentas, no solo en acciones, sino también en palabras y pensamientos. Nos recuerda que la violencia, en cualquier forma, no solo daña a la víctima, sino también al perpetrador. La violencia engendra más violencia en un ciclo interminable, mientras que la no violencia puede romper este ciclo, creando oportunidades para la comprensión y la reconciliación, con nosotros mismos y con los demás.

Los Upanishads, que son tratados filosóficos que exploran la naturaleza del ser y del cosmos, subrayan la interconexión de todas las formas de vida. Dentro de este contexto, dañar a otro ser, en cualquier forma, equivale a dañarse a uno mismo. La creencia en el Atman, o el alma, que es divina y omnipresente, también refuerza el concepto de Ahimsa: dañar a otro es dañar ese aspecto divino presente en todos.

En los Yoga Sutras de Patanjali, el texto fundamental del yoga, Ahimsa forma parte de los Yamas (Principios éticos o morales), los cuáles son el primer escalón dentro de los ocho pasos del camino del Asthanga Yoga descrito Patanjali. Estos principios se consideran esenciales para el desarrollo personal y la autorrealización.

Satya (Veracidad)

Aunque en su nivel más básico, Satya implica hablar de manera veraz y evitar la mentira, el hinduismo enseña que Satya va más allá de la dicotomía de verdadero y falso. Es una calidad de autenticidad y coherencia. La verdad no es solo lo que se dice, sino cómo se vive. Cada acción, pensamiento y sentimiento puede ser un reflejo de Satya si emana de un lugar de auténtica autoconsciencia y sinceridad.

Satya y Dharma están intrínsecamente vinculados. Vivir en verdad es vivir de acuerdo con el Dharma. Sin embargo, esto no siempre es simple. A veces, decir la verdad puede parecer ir en contra del bienestar o la no violencia (Ahimsa). Por ejemplo, ¿Qué pasa si decir la verdad hiere a alguien? Aquí, el hinduismo ofrece una perspectiva matizada: la verdad no debe ser cruel. La veracidad se equilibra con la compasión. Si una «verdad» se dice con el propósito de herir o dañar, ha perdido su alineación con el Dharma.

Dāna

A menudo traducido como caridad o donación, Dāna va más allá de simplemente dar bienes o dinero. Es un acto consciente y voluntario de renunciar a algo propio para el bienestar de otros, sin esperar nada a cambio. Si bien la donación material, como alimentos, dinero o bienes, es la forma más reconocida de Dāna, existen otros tipos de generosidad que a menudo pasan desapercibidos y pueden conllevar a cambios más profundos en la persona que recibe estos actos:

  • Dāna del conocimiento: Compartir sabiduría, enseñar o impartir conocimientos es una forma de Dāna. Los grandes maestros espirituales, que comparten su sabiduría desinteresadamente, son vistos como ejemplos supremos de esta forma de generosidad.
  • Dāna del tiempo: Dedicar tiempo a causas nobles, ayudar a otros o participar en servicios comunitarios se considera una forma valiosa de Dāna.
  • Dāna de amor y comprensión: Mostrar empatía, amor y comprensión, incluso en situaciones difíciles, es una expresión profunda de generosidad.

Al practicar Dāna cultivamos un desapego saludable hacia las posesiones, reconociendo que la verdadera riqueza no se encuentra en lo que se posee, sino en lo que se da.

Daya (Compasión)

Daya no es una compasión pasiva, sino una empatía activa que busca aliviar el sufrimiento de los demás. Ya sea a través de actos de caridad, brindando apoyo emocional o, en el caso de grandes santos, ofreciendo guía espiritual. Es una llamada a ver más allá de uno mismo, a conectarse con el sufrimiento y la alegría de otros y a actuar desde un lugar de amor y entendimiento genuinos.

La verdadera esencia de Daya se encuentra en la vida cotidiana. Se manifiesta en actos sencillos: compartir comida con alguien hambriento, brindar palabras de consuelo a alguien afligido o incluso ofrecer una sonrisa reconfortante.

Kshama (Paciencia y Perdón)

Este principio va más allá de la mera tolerancia; se trata de una profunda comprensión de la naturaleza humana y la condición humana, así como de un recordatorio constante del poder del amor y la comprensión.

Kshama no es simplemente una virtud pasiva; es activa y dinámica en su naturaleza. Es el acto consciente de resistir el impulso de la ira o la venganza, incluso cuando nos provocan. Esta capacidad de mantener la paz interior en medio de la adversidad y el desafío es una marca de verdadera fuerza y sabiduría. La paciencia es un profundo entendimiento de que todo tiene su tiempo y que la ira o la impaciencia no harán que las cosas sucedan más rápido o de manera más efectiva.

El perdón va de la mano con la paciencia y se considera una forma de liberación. Al liberar a otros de nuestras expectativas y juicios, en realidad, nos estamos liberando a nosotros mismos de las cadenas del resentimiento y el odio, permitiéndonos vivir con plenitud.

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