La palabra Maya viene del sánscrito y significa «ilusión» o «magia«. Dentro del hinduismo, Maya es la energía cósmica que ilusiona a las almas individuales (Atman), haciendo que estas perciban la realidad material como independiente y separada de lo divino. Maya no es sólo la ilusión del mundo material, sino también la fuerza que envuelve a las almas en este engaño, manteniéndolas enredadas en el ciclo de nacimiento y muerte, conocido como «Samsara«.
El hinduismo identifica a «Brahman» como la realidad última o el absoluto cósmico. Mientras que Brahman es eterno, inmutable y sin atributos, Maya es transitoria y engañosa. Brahman es la realidad fundamental detrás del universo, y Maya crea la ilusión del mundo fenoménico, ocultando la verdadera naturaleza de Brahman. Aunque Maya se percibe como ilusión, no es considerada como algo inexistente o totalmente falso. Es real en cuanto a que afecta nuestras percepciones y acciones, pero es irrelevante cuando se comprende y se percibe la realidad última, Brahman.
El concepto de Maya puede resultar complejo. Por este motivo, vamos a intentar aproximarnos a él con una metáfora y al final de artículo hablaremos de cómo es interpretada Maya en distintas tradiciones hindúes, ya que el hinduismo engloba un gran número de escuelas de pensamiento y corrientes que tienen distintas visiones acerca de lo que es Maya. Para nuestra explicación, vamos a utilizar básicamente la interpretación utilizada en el Advaita Vedanta, ya que consideramos que es más accesible a nivel intelectual.
Explicación Metafórica de Maya
Imagina un tapiz, con hilos que se entrelazan para formar imágenes, patrones y estructuras que son visualmente atractivas y que absorben por completo tu atención. Este tapiz simboliza el mundo material, donde los hilos representan nuestras creencias, deseos, emociones y experiencias que construyen nuestra percepción de la realidad.
Maya, en este simbolismo, es el tapiz mismo. Cautiva nuestras mentes y sentidos, haciéndonos creer que las imágenes y patrones que vemos son la única y absoluta realidad. Nos quedamos atrapados en la belleza del tapiz, olvidando que hay algo más allá de él. Detrás del tapiz, sin embargo, existe una luz brillante y constante. Esta luz es Brahman, la realidad última según el hinduismo, la cual es la verdad eterna y el núcleo de todo lo que existe. Brahman es inmutable, infinito y eterno, pero el tapiz de Maya oscurece su luz y nos mantiene inconscientes de su presencia.
Nos involucramos tanto en los intrincados diseños del tapiz, que es fácil olvidar buscar lo que yace detrás de él. Nuestros deseos, ego, y apegos se tejen juntos para formar las imágenes que nos mantienen fascinados y distraídos. Los hilos del deseo y el ego son particularmente fuertes y vistosos en el tapiz. Nos atamos a ellos, creyendo que nuestra felicidad y sufrimiento provienen de las imágenes que forman. Nos alegramos cuando los patrones son brillantes y coloridos y nos entristecemos cuando son oscuros.
Cada hilo simboliza nuestras diferentes experiencias, relaciones y deseos que construyen nuestra realidad percibida. Nos enredamos en ellos, encadenándonos al ciclo del Samsara, impidiéndonos ver y experimentar la verdad eterna de Brahman y nuestra esencia.
Maya y la Ignorancia Fundamental (Avidya)
Avidya literalmente se traduce como «no-sabiduría» o ignorancia y hace referencia a la falta de comprensión o conocimiento verdadero acerca de la naturaleza última de la realidad. No se trata simplemente de la ausencia de conocimiento en el sentido convencional, sino de una compresión o percepción errónea que conduce al sufrimiento y nos mantiene atado a él.
La relación entre Maya y Avidya se puede entender como una interacción entre la ilusión externa (el mundo fenoménico) y la ignorancia interna (la falta de comprensión). Mientras que Maya actúa como un velo que oscurece la realidad última, Avidya es la condición interna del ser que nos impide ver a través de este velo. Así, estos conceptos se interrelacionan e interactúan mutuamente, perpetuando la ilusión y el ciclo del Samsara.
Maya, en su juego de creación y destrucción, proyecta la multiplicidad del mundo, creando la percepción de la diversidad y la separación. Esta percepción, bajo la influencia de Avidya, se toma erróneamente como la realidad verdadera, y es entonces cuando nos identificamos con el cuerpo, la mente y el ego, olvidando nuestra esencia, que se esconde detrás de todo esto y que es la fuente de la auténtica felicidad y la paz interior.
¿Cómo superar la ilusión de Maya?
El objetivo del aspirante espiritual es comprender y atravesar Maya para alcanzar el conocimiento de Brahman, es decir, darse cuenta de la unidad de Atman (el alma individual) con Brahman (la realidad cósmica).
Levantar el velo de Maya implica soltar los hilos que hemos tejido tan cuidadosamente a lo largo de nuestras vidas y permitirnos explorar lo que existe más allá del tapiz ilusorio que hemos aceptado como realidad. Este acto comienza con el reconocimiento de que lo que percibimos como real es efímero y temporal. Los placeres y dolores del mundo material son transitorios, y mientras nos aferremos a ellos, permaneceremos enredados en el tapiz de Maya.
Desenmarañar los hilos de la ilusión implica seguir un camino de autoexploración. Es un proceso de destilar nuestras percepciones, limpiar nuestra visión y, finalmente, ver a través de la maraña de imágenes e historias que hemos creado. Prácticas como la meditación así como la indagación y el discernimiento (Jnana), son herramientas que podemos utilizar para comenzar a deshacer el tapiz ilusorio que hemos creado.
La liberación de cada hilo se convierte entonces en una meditación en sí misma, un acto consciente de renuncia y entrega. Al ir soltando cada hebra, ya sea de deseo, miedo, odio o cualquier otra emoción, comenzamos a ver destellos cada vez más brillantes de la luz detrás del tapiz.
A medida que el tapiz se va deshaciendo, la luz de Brahman se va revelando cada vez más, hasta que finalmente, nos desprendemos completamente del tapiz y nos fusionamos con la luz, comprendiendo que siempre hemos sido esa luz, eterna e inmutable.
En la unión con Brahman, comprendemos que nunca estuvimos separados de él. La percepción de la separación fue simplemente otro hilo en el tapiz de Maya, un hilo que, una vez desenredado, nos revela la verdad de que somos eternamente uno con lo divino.
Con cada paso en este viaje, vamos descubriendo nuestra verdadera naturaleza, viendo más allá de las ilusiones y avanzando hacia un estado de conciencia y paz interior donde la verdadera libertad se realiza. En la disolución de Maya, en la libertad de cada hilo del tapiz, descubrimos nuestro verdadero ser y nos unimos en la inmutable, eterna existencia de Brahman.
Maya en distintas Tradiciones del Hinduismo
Como hemos mencionado en la introducción, el concepto de Maya diverge según la tradición. Vamos a dar una descripción muy breve de cómo se entiende Maya en algunas de las corrientes espirituales más conocidas dentro del hinduismo.
Advaita Vedanta
En la escuela Advaita Vedanta de Adi Shankaracharya, Maya se concibe como una ilusión cósmica que hace que el Brahman inmutable y sin atributos parezca el mundo fenoménico diverso. Maya se compone de dos aspectos: Avarana Shakti (el poder de ocultar) y Vikshepa Shakti (el poder de proyectar). Esta ilusión es responsable de nuestra percepción equivocada de la realidad, y la liberación (Moksha) se alcanza a través de la comprensión de la unidad subyacente de Atman (el alma individual) y Brahman (la realidad última).
Vishishtadvaita Vedanta
En la filosofía de Vishishtadvaita de Ramanuja, Maya es la energía divina y material de Vishnú, que es real y también forma la base de la creación, preservación y destrucción del universo. La creación no es una ilusión, sino una manifestación real de Dios (Vishnu). Maya es la materia prima de la creación, y la liberación se encuentra en la devoción y la entrega a Vishnu.
Dvaita Vedanta
En la tradición Dvaita establecida por Madhvacharya, la dualidad es fundamental. Maya se ve como la energía divina que crea el mundo, pero la creación es real y existente. Dios (Vishnu) y las almas individuales son entidades eternamente distintas. La salvación se alcanza a través de la devoción a Dios, quien es el único que tiene el poder de controlar y dirigir Maya.
Shaivismo
El Shaivismo, que venera principalmente a Shiva, también tiene diversas subcorrientes. En algunas de ellas, Shiva y Shakti (su contraparte femenina) son considerados inseparables. Maya aquí se entiende a veces como la manifestación dinámica de Shakti, que crea y sustenta el universo. La devoción a Shiva y Shakti (que se representa con distintas diosas), y la comprensión de su danza cósmica, son vistas como caminos hacia la liberación.
Shaktismo
En el Shaktismo, donde la diosa (Devi) es considerada como la realidad suprema, Maya es vista como el poder divino de la diosa para crear, sostener y destruir el universo. A través de Maya, la diosa da forma y sustancia al cosmos. La liberación se entiende comúnmente como la gracia de la diosa y se alcanza a través de la devoción y la rendición a ella.
Tantra
En algunas escuelas tántricas, Maya se ve de manera positiva como la realidad divina manifestándose como el universo fenoménico. La creación es un juego divino (Lila) de la deidad suprema, y la liberación se alcanza a través de prácticas que integran lo físico y lo espiritual, viendo lo divino en todos los aspectos del mundo material.