¿Qué es el Atman?

El Atman es el sí mismo o yo auténtico.

En términos simples, «Atman» se refiere al «yo interior» o al alma de un individuo en la filosofía hindú. Es la esencia que da vida y conciencia a un ser humano. Puedes pensar en Atman como el «yo verdadero» o la «chispa divina» que reside en cada persona. Es inmutable, eterno y no está afectado por las experiencias temporales de la vida.

Mientras que nuestro cuerpo, mente y emociones cambian a lo largo de nuestra vida, Atman representa esa parte de nosotros que permanece constante y no cambia con el tiempo o las circunstancias.

Es como si, dentro de cada uno de nosotros, hubiera una luz brillante que nunca se apaga, sin importar lo que suceda a nuestro alrededor. Esa luz interior es Atman.

Diferenciando Atman del Ego

El ego es una construcción ilusoria o máscara que adoptamos, influenciada por nuestras experiencias, educación, cultura y otros factores externos. Representa lo que creemos ser, y esta creencia es tan fuerte que a menudo nos identificamos completamente con ella, olvidando nuestra esencia más profunda y verdadera.

Con sus numerosos apegos, deseos, aversiones y miedos, el ego actúa como un velo que nos separa de reconocer y conectarnos con lo que somos en realidad. Es esta identidad artificial la que nos hace percibir el mundo desde una perspectiva limitada y fragmentada, a menudo causando conflictos, sufrimientos y malentendidos. En muchos caminos espirituales, superar o trascender el ego se ve como un paso esencial hacia el despertar a nuestra verdadera naturaleza y vivir una vida más plena y auténtica.

La distinción entre Atman y ego es esencial en la filosofía hindú y en muchas tradiciones espirituales. Aunque ambos conceptos se refieren de alguna manera al «yo» o al «sí mismo«, representan aspectos muy diferentes de nuestra existencia.

Atman es la esencia espiritual inmutable, eterna y verdadera de un individuo. Es el «yo» más profundo que trasciende el tiempo, el espacio y la causalidad. Su naturaleza es pura, trascendental y siempre constante. Por otro lado, el ego es la identidad construida que se forma a partir de nuestras experiencias, percepciones y relaciones en el mundo. Es una sensación del «yo» y «mi» en relación con el mundo exterior, y su naturaleza es mutable y fenoménica, es decir, basada en fenómenos.

Mientras que el objetivo de muchas prácticas espirituales es conectar con el Atman y reconocer esta esencia verdadera como el propósito último de la vida, el ego se ve a menudo como un obstáculo en este camino. La transcendencia o disolución del ego se considera un paso esencial hacia la realización del Atman.

El sufrimiento, experiencia común en la existencia humana, está estrechamente relacionado con el ego. Debido a que el ego está basado en deseos, apegos y una percepción errónea de la realidad, es a menudo la fuente del sufrimiento. En contraste, el Atman, al ser eterno y puro, no experimenta sufrimiento.

¿Cómo reconocer el Atman?

Para reconocer nuestro verdadera ser o esencia es necesaria la introspección, indagar en nuestra propia mente. La meditación es el vehículo esencial para conocernos a nosotros mismos, pero en este artículo vamos a explorar una técnica meditativa en concreto, destinada a identificar el Atman, llamada Atma Vichara.

Atma Vichara, una expresión sánscrita que podemos traducir como «indagación del Sí Mismo» o «investigación del alma«, es una técnica meditativa utilizada principalmente en la tradición del Advaita Vedanta. Esta forma de autoindagación tiene como objetivo principal llevar a los practicantes a la realización de su verdadera naturaleza, que es el Sí mismo o Atman, y así superar la ilusión de la individualidad y la dualidad, para finalmente reconocer la realidad última, Brahman.

La enseñanza de Atma Vichara fue popularizada en el siglo XX por Sri Ramana Maharshi, un ilustre sabio indio. Ramana Maharshi enfatizó que la pregunta «¿Quién soy yo?» no busca una respuesta conceptual o intelectual, sino que es una herramienta para enfocarse en la fuente misma del pensamiento y la identidad.

Para comprender el valor y la profundidad de Atma Vichara, es fundamental reconocer que la mayoría de nosotros vivimos sumidos en un constante diálogo interno, una narración que construye y refuerza nuestra identidad y percepción del mundo. Estamos tan inmersos en esta narrativa que raramente nos detenemos a cuestionar quién o qué es el narrador detrás de estas historias.

La técnica de Atma Vichara invita al practicante a interrumpir este constante flujo de pensamientos y dirigir su atención hacia la fuente misma de esta narrativa, preguntándose «¿Quién soy yo?«. Esta simple pero poderosa pregunta rompe con la rutina mental y desafía la identidad construida. Al principio, es posible que la mente ofrezca respuestas superficiales, como «Soy un profesor«, «Soy una madre» o «Soy un estudiante«. Pero estas respuestas solo abordan roles temporales y no la esencia fundamental del ser.

A medida que uno se sumerge más profundamente en la práctica de Atma Vichara, se vuelve claro que las respuestas iniciales son meras identificaciones con roles, cuerpos, emociones o pensamientos. Al dejar de lado estas identificaciones y profundizar en la pregunta, la mente comienza a aquietarse. Es aquí donde puede surgir una percepción más profunda del Sí mismo, una conciencia que está más allá de las fluctuaciones de la mente y que es testigo de todas las experiencias.

El objetivo no es obtener una respuesta verbal o conceptual, sino experimentar directamente la presencia que siempre ha estado allí, inmutable, observando silenciosamente todos los cambios y experiencias. Es una experiencia de pura conciencia, de ser, que no está condicionada por tiempo, espacio o circunstancia.

Como con cualquier técnica espiritual o meditativa, Atma Vichara presenta sus propios desafíos. Uno de los principales es la tendencia de la mente a distraerse o resistirse al proceso de autoindagación. Muchas veces, nuestra mente intentará desviar la atención con otros pensamientos, emociones o recuerdos. En estos momentos, es esencial recordar el propósito de la práctica y regresar a la pregunta «¿Quién soy yo?».

Uno de los mayores obstáculos es esperar una especie de experiencia extraordinaria o epifanía. Si bien es cierto que algunos practicantes reportan experiencias profundas, la verdadera esencia de Atma Vichara es el reconocimiento constante de la presencia subyacente, que es ordinaria en su naturaleza pero extraordinaria en su percepción.

Aquellos que se dedican sinceramente a la práctica de Atma Vichara a menudo encuentran una transformación profunda en su perspectiva y en su relación con el mundo. Al reconocer que su verdadera naturaleza es pura conciencia, surge una profunda paz y ecuanimidad ante las circunstancias de la vida. Las situaciones y eventos son vistos desde una perspectiva de no-dualidad, donde no hay separación entre el observador y lo observado.

Además, Atma Vichara puede conducir a un sentimiento de conexión y unidad con todo lo que existe. Al darse cuenta de que el Sí mismo en uno es el mismo Sí mismo en todos, se disuelve la ilusión de separación, llevando a un amor y compasión más profundos hacia todos los seres, esta es la meta última en muchas corrientes del hinduismo.

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